Me figuro que estando de cobre pintado a la puerta de tu casa de campo la eternidad se hace más amena, por lo de estar al aire libre, por esta pose de músico solitario.
Me figuro sonriente.
Los días que luce el sol me azulo a tu mirarme, me dejo regalarme de cumplidos de turistas y vecinas, me dejo reflejar de más por la luz del mediodía.
Hago trampas y me invento un nuevo complacerme de más y de todo o nada, de no ir a medias con mis excesos. La cantinela de este remirarme constante se aparece y se subleva contra mi última buena racha, contra mis buenas dinámicas.