miércoles, abril 26, 2006

en el suelo


No hay comienzo cuando no recuerdas cuando empezaste a ser y cuando dejaste de querer, y la duda de permanecer no deja de preguntarme quien es el que habla por mí.
No tengo nombre, lo he perdido de tanto esperar a escucharlo de su voz. Ahora lo he olvidado y ella ya no está para preguntarle si se acuerda de quien fui.
Hoy deja de ser ayer, y para cuando vuelva a leerlo puede que sea mañana de las vueltas que ha dado esta historia. Porque puede que no me de cuenta, pero vas perdiendo sin querer, sueños que dejas en la cama, promesas que olvidas en otra noche de volver a pintarte de azul sin dejar que nadie haga nubes con tus penas. Ya nada tiene sentido porque mañana volverá a perderlo y es mejor no preguntar, porque las respuestas no están en el ayer, porque la escena del último acto está por escribir y el hombre que al fin y al cabo soy no tiene mas que tinta para unas horas, he de ir a buscar más, en cada uno de los tinteros que has escondido para mí, allá donde las palabras, los silencios, las sonrisas que amanecen y las lágrimas que te ven olvidarme, se convierten en tinta que corre por mi sangre.
Me descubro, y sigo sin anotar en mi diario de niño malgastado el último camino que descubrí estando aquí sentado, las ultimas frases de aquel poema que no acabo, la primera frase de aquella tarde de agosto en aquel cuarto. Y nada importa, porque hoy, ya no importa nada.
Sigo sin principio y no es la luna, ni este sol que no amanece, es su pelo que me pierde entre su espalda, es su voz que ya no escucha a mi garganta, son mis manos cansadas de no tener nada.
¡¿Dónde escribo ahora esta ultima esperanza?!.. hoy que no hay mañana. Destierro mi alma a tierras de nostalgia, que allí si dejan escribir al ayer, y el mañana es de tristeza un color sin luz, que es sólo papel.
Donde la guerra sólo sea entre tu adiós y mi hasta pronto, entre tu silencio y mi grito de lamento, entre el gato y este perro que aúlla al miedo.
Ya no tengo porque dejar entre mis ramas más promesas que se lleve el otoño y que marchiten en el suelo del invierno, ya no juego más en el patio con las piedras que no me puedo llevar a casa, ya no bebo más de las noches que son sólo palabras