sábado, septiembre 18, 2010

En tirereta


Guerreros figurantes en formación solemne observan en seis presencias figuradas la huida de una personalidad múltiple y soñadora, marciana y animal, saltarina de ojos saltones y dejada en manos de un druida y un agente del caos.
La presencia del macro lejano enfoca y rompe la estética conquista de las estrofas que tararean orgullosos unos hombres sedientos de diferencia.

Suele pasar que a estas horas hago un hueco en el golpe de la tecla, improviso al compás de mi cabezota pensadora el dictar de mis neuronas chapoteando en una lucidez pasajera, mientras veo al fondo como suben y bajan mis promesas con la marea.

A esta recta aleatoria le regalo una huelga, por principios, por ir cogiendo cada bocado de ese tigre figurante.

Atrapo la visión de este conquistador interplanetario que admira el caos de un payaso que se lo cuestiona todo.

Haría versos infinitos con esta voz rota, y a contratiempo dejaría entrar de nuevo mi letra conocida en aquel acorde distorsionado que acompañaba las ideas que nadie compartió en vivo.
Nadie cercano se atrevió nunca a cortarla a trozos y tragarla conmigo.

domingo, septiembre 05, 2010

orilla de espera


Entregando al viento la caída de tu pelo te sonríes contra la arena que acaricia tus pies.
Una tregua animal cómplice.
Tierra y arena desarmada bajo los pies que esperan a que te muevas para hacer otra huella.
Y que el perro de repente salga tras el trazo de tu intención de escapada. Así lo dejas correr tras una nada prometida por un gesto juguetón e inocente y condescendiente con la raza que lo ha hecho ser tu fiel compañero, atento y de orejas pendientes, a la espera de salir en cualquier batalla imaginaria que le provoques con tu pelo al viento.

buscando calas

La ventanilla que me regala una costa gratuita deja al fondo una cala que se asoma temblorosa entre la roca y el matojo, a la espera de una marea que la borde entre las rocas, aguardando una palabra o una estrofa perfecta pero sin estribillo, una casi canción caminera de las que regalan una risa cómplice.
Me juego la huella del siguiente paso a que me fuerzo la voz en el tarareo de esta letra por descubrir.
Actuando en la cuerda del la, me rasgo acordes contra el mar, y voy bordeando costa arriba por la nueva letra que espera que la quieran y la junten con vocales y golpes de teclado intencionados.