Las manos resueltas en los bolsillos y la sonrisa por encima del abrigo que cubre su cuerpo encendido, camina por la gran via mientras el viento, que hoy viene de costado, le aparta el pelo suelto al lado de la calle donde no quiere ver nada. Una música al compás de los latidos acompaña su andar tranquilo, todavía resuena entre sus piernas su calor y su agitada voz.