El amante del juego ama el placer de jugar, ganar no es la meta, es uno más de los detalles que te hacen amar el juego.
Jugador y amante peligran en el miedo de no llegar hasta un sueño demasiado lejano, hasta un camino que no está en tu paso y que cuando llegues, si llegas, tú no seras el mismo.
Camina el amante jugando con el mundo mientras gana y pierde al miedo, ya no es el mismo en su paso cuando ama cada sueño y se lo juega ha placer.
Se juega la vida y se ama por ser.