Habitado en el calor de este peso que me ahoga la postura coqueta a medio tempo, respirando a fondo de placer carnal voy planeando este rincón que me aguarda.
La esbelta pose que me regalo sonriente se aclarece en mi retina cantarera, se desvela tranquila en mi balanza medianera de frío y temblorosa queja que habitúa el perfecto acabado de la calada alquimia que se entierra entre mis pies descalzos, que se abruman en silencio a este abrigo mercenario.
La esperanza aplica la cañada terrenal de aquella fábula entrecortada que quiere ser avena y trigo y grano en molino.
La esperanza es mandinga fuerza entre habitares y esperanzas.
La terreta de este abismo.
La esbelta pose que me regalo sonriente se aclarece en mi retina cantarera, se desvela tranquila en mi balanza medianera de frío y temblorosa queja que habitúa el perfecto acabado de la calada alquimia que se entierra entre mis pies descalzos, que se abruman en silencio a este abrigo mercenario.
La esperanza aplica la cañada terrenal de aquella fábula entrecortada que quiere ser avena y trigo y grano en molino.
La esperanza es mandinga fuerza entre habitares y esperanzas.
La terreta de este abismo.