miércoles, noviembre 23, 2005

él...


Llegado el momento de bajar, mientras se abrían las puertas y el calor golpeaba en la cara, quiso volver a sonreir por última vez. Seguia creyendo que en realidad, igual que él pero sin llegar a creerlo, nadie sabia muy bien como era el final y cuales eran los motivos de hacer lo que decian las costumbres y lo que el mundo espera de ti.
Volver a empezar puede significar cambiar todo lo que hay en tu vida, no lo que hay en tu cabeza. Eso es algo que ya tenia asumido, pero esa sensación de impotencia se había vuelto indiferencia por todo. Nada vale nada, recordó, así que había llegado el momento de seguir hacia alguna parte donde encontrar algo que valga la pena vivir.

sábado, noviembre 19, 2005

ella...



Una sensación le pesa. Se levanta de la mesa y pierde la mirada en el blanco de la pared de enfrente, el resto de gente sigue sentada pero atenta a su marcha. Sigue hablando de lo que va a hacer luego, mientras, al compas del movimiento de sus labios y con la melodia de su voz, pinta en las profundidades de esa mirada perdida y baila con los sueños de su futuro encuentro.
Con él.
Estoy aquí , pero allí, aún no. Asume.
Sale del baile de los sueños, de las profundidades que hay entre su mirada y la pared blanca. Y en la vuelta a la realidad abarca en su viaje un reencuentro con cada uno de sus compañeros, una sonrisa en la palabra, un hasta pronto, y sin más, regresa a su cuerpo convencida de haber liberado el peso.

viernes, noviembre 18, 2005

él...

Pega la cabeza a la ventanilla del coche, pierde la mirada en la diferencia entre las sombras y el paso de colores por el tiempo, el aire dibuja, el sol se pierde. Él avanza, aunque hoy está de vuelta a casa.

ella...


Después de un buen rato en cubierta bajo la angustia del mareo, llegó a pensar que apenas se movía el barco y que era ella la que iba de un lado a otro.
- Un cacharro sobre una enorme balsa de agua que llena partes de un planeta redondo que esta suspendido en la inmensidad del universo y yo encima de ese cacharro - .
Ahora, ya no esta tan convencida del verdadero sentido de la palabra equilibrio.

miércoles, noviembre 16, 2005

él...


El horizonte ya no le quedaba lejos, pensando que de un salto podía conquistar el aire, se quedó pensativo entre las nubes rojas. Atardecer.
Él tiene, después de todo, un principio en las espaldas.
Hacia delante, el vacío de un final comprendido entre el suelo y unas cuantas vueltas más del sol alrededor de su destino.

ella...


Las manos resueltas en los bolsillos y la sonrisa por encima del abrigo que cubre su cuerpo encendido, camina por la gran via mientras el viento, que hoy viene de costado, le aparta el pelo suelto al lado de la calle donde no quiere ver nada. Una música al compás de los latidos acompaña su andar tranquilo, todavía resuena entre sus piernas su calor y su agitada voz.

lunes, noviembre 14, 2005

él...


¿Y si hoy no es un buen día para hacer todo eso que tenia pensado cumplir?, ¿y si hoy no me da la gana?

ella...

La mira como camina alocada por la acera con esa sonrisa eterna que le regala su niñez, se ve a ella misma de pequeña aunque no recuerde su imagen como tal, es la mejor película y la mejor obra que puede alimentar aquella sensación de libertad, ver a esa niña vivir.

él...


Cuando era pequeño solía jugar en una rampa resbaladiza del parque del barrio de su abuelo, allí se divertía dejándose caer, intentando subir para volver a caer y después, a la próxima, conseguir por fin llegar hasta arriba para así volver a dejarse caer.
Un día desde arriba alguien le empujó y le cogió miedo al empujón, a la rampa, y a él mismo cayendo sin poderlo controlar.

ella...

Mientras miraba el lienzo en blanco, trataba de sentir cada costura del peto vaquero sobre su cuerpo desnudo. Con el pincel preparado en su mano, de pie frente al nuevo mundo.
Hoy, por fin se atreve a pintarlo en el silencio, bajo una sola luz dentro de aquel enorme cuarto.
Cerró los ojos y con sus dedos sintió la mezcla de colores que buscaba, la proporción que le pedía el corazón. Abrió de nuevo y miró al frente en busca del principio, - ahí esta -, tocó con su dedo aquel lugar

él...


Gritando por debajo del mar, el sabor a sal bajaba con el agua, de las fosas nasales a la boca, mientras la corriente y el paso de las olas por encima de su cabeza tambaleaban su cuerpo. Cuando sacó la cabeza del agua tuvo que agitar con fuerza brazos y piernas para sortear la subida del agua con la próxima ola.

ella...


Mariana en el barco se tiñe de blanco el techo del cielo que ha conquistado, para ponerlo en el lado de las cosas que no pesan. Deja en el suelo una chaqueta y pone encima los pies mojados, a pies juntillas va colocando los dedos por el hueco de las mangas y así cubrir el empeine y no dejar que la corriente le enfríe. Casi por instinto encoje las rodillas y se abraza a si misma.

él...


Permanece de pie en una esquina del salón, mientras papa habla y habla de lo que fue y no será, de lo que harás y no tendrás, de lo que eres y aun no sabes, de lo que él, gran predicador de la tradición de la clase media de este pequeño país capitalista te aconseja para que no te des ostias cada dos por tres.
Gracias

domingo, noviembre 13, 2005

ella...


Un centenar de personas la observaba sobre el escenario, quizá más.
Ella hizo fuerte la mirada y agarró los pies al suelo.
Show must go on!!

él...


Él no ha perdido nunca esa partida a la hora de jugarse la vida que ha encontrado, porque nunca puso en juego más de lo que lo ya tenia ganado.
El otro empezó por apostar con aquello que ni siquiera aún podía haber tocado y así, ni tú ni yo tuvimos un deseo que no fuera tener lo que no he ganado, comprar lo que el siempre tuvo y así hacer de su juego una apuesta segura y de nuestra vida una larga condena.

ella...


Mira al sol durante unos segundos solo para comprobar cuanto tiempo pasa hasta que no pueda soportarlo de lo que….escuece.
Golpea los parpados y cae una lágrima por debajo de las gafas de sol.
Levanta la vista hacia lo que tiene enfrente y aprovecha la lágrima para ponerse triste.

sábado, noviembre 12, 2005

él...




Solo había una puerta al final de aquel pasillo, de color verde. Mirando al frente observaba el poco espacio que le separaba de una estrecha porción de madera. Un suspiro golpeaba en la pintura al respirar para marcar la distancia con esa frontera.
El espacio era pequeño, poco más que menos que eso y con un paso atrás se hizo mas largo el silencio.
Dio media vuelta, y volvió sobre sus pasos, bajó de nuevo la escalera, tres pisos.
De nuevo aquel portal, el portón de madera, el suelo de mármol blanco, la luz amarillenta y en el timbre su nombre.
Salio de nuevo a la calle y encendió un cigarro, en busca de la calle alta sonrió al pensar en que una vez mas el invierno le había traicionado.